Foto portada: Equipo de PIOFCFemenil levantando el trofeo. Fuente: @QueensLeague
Corría el minuto 18 de la gran final de la Queens League, o lo que es lo mismo, el momento del dado de la liga.
La catapulta salía a escena por última vez en el Split y de nuevo, 1vs1. El banquillo de PÍO lo celebró, todos los ojos volvieron a fijarse en Mar Serracanta; era el momento de redimirse del dado de semifinales. El destino parecía escrito para ello.
Los semáforos se encendieron, Mar agarró el cuero y lanzó una y otra vez, pero nada, no era el día y Flor de Luna Pila, entrenadora de PIO, lo vio a tiempo.
Última jugada y cambio. Se marcha Serracanta del verde y aparece Julia Tomás. La defensora estaba haciendo un partido espectacular en el corte, pero la gloria le aguardaba para un disparo que paró el tiempo unos segundos.
Tomás se acercó al mediocampo, disparó y lanzó un cohete que rompió la mallas del Metropolitano y ante el que nada pudieron hacer Las Troncas.
2-1 en el marcador, todavía toda la segunda parte por jugar, pero aunque todavía no era fielmente visible, ese gol fue una puñalada en el corazón del equipo de Manu Lanzarote. Mucho más que un gol; un disparo a la línea de flotación de unas Troncas que no volvieron a ser las mismas, cinco minutos después recibieron el tercero y ya no pudieron levantarlo.
Samy Rivera y su PIO Femenil, primeras campeonas de la historia de la Queens League con Julia Tomás cómo MVP indiscutible de la gran final. La protagonista inesperada.
